martes, 5 de abril de 2011

¿Por qué amo el cine clásico?

Ser cinéfilo es adquirir un absoluto y significativo compromiso con el séptimo arte. Más allá de mi (nuestra) formación como fanático, más allá de tus gustos iniciaticos, está esa necesidad de despegarse del grupo de películas que tienes a la mano y rasgar los cimientos, como el que recupera el pelo en ese cuento de Cortazar. Crecí en los ochenta y en los noventas ya tenía una pasión galopante, sin embargo antes que terminase el siglo, me detuve y retrocedí en el tiempo.

Salí de mi miopía fílmica y volé, con un hambriento viento, hacia el pasado, a esa tierra prometida dónde se cosecharon los clásicos. Me abrió la puerta Alfred Hitchcock; Frank Capra me dio la mano para lograr entender; Ingmar Bergman, Jean Pierre Melville, Jean-Luc Godard, Luis Buñuel, Antonioni, y muchos más se portaron generosos y desplegaron sus cartas...entré a un placentero agujero negro del que no pienso salir.

El cine clásico, el olvidado y menoscabado cine clásico, diseñó las leyes con las que muchos, hoy, argumentan; nada de lo hecho hasta la fecha ha sumado en esa constitución gloriosa de blanco y negro, y revoluciones. Como dijo alguien por ahí, "El gran terremoto ya se produjo, lo que vemos hoy son sólamente réplicas dispares".







Cabezón Gutiérrez.

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